1. Vitamina B12
La vitamina B12, también conocida como cobalamina, es un elemento fundamental para mantener una salud óptima.
Desempeña un papel fundamental en el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso, así como en la formación de la sangre.
Esta vitamina soluble en agua ayuda en la síntesis de ADN y es esencial para el metabolismo de cada célula del cuerpo, afectando particularmente la regulación del ADN y la síntesis de ácidos grasos.
Una deficiencia de B12 puede alterar estos procesos y provocar anemia perniciosa, caracterizada por glóbulos rojos grandes e inmaduros que no pueden transportar oxígeno de manera eficiente y que, en última instancia, afecta la temperatura corporal.
Los síntomas de deficiencia incluyen fatiga, letargo y una sensación persistente de frío, especialmente en las manos y los pies. Como la vitamina B12 se encuentra predominantemente en productos animales, los vegetarianos y veganos tienen un mayor riesgo de deficiencia y pueden necesitar considerar suplementos o alimentos fortificados para mantener niveles adecuados.
2. Folato (B9)
El folato, la forma natural de la vitamina B9, es vital para varias funciones corporales, incluido el crecimiento celular y la formación de ADN.
Su forma sintética, conocida como ácido fólico, se utiliza a menudo en suplementos y fortificación de alimentos debido a su mayor estabilidad y absorción.
Esta vitamina es especialmente importante en la creación de nuevos glóbulos rojos en la médula ósea, ayudando a prevenir tipos de anemia que provocan falta de oxígeno en el cuerpo, lo que causa escalofríos.
Además, el folato desempeña un papel fundamental en la conversión de carbohidratos en energía, contribuyendo a la producción de calor interno del cuerpo. Se recomienda especialmente a las mujeres embarazadas que garanticen una ingesta adecuada de folato para prevenir defectos del tubo neural en sus hijos no nacidos.
Sin embargo, todos necesitamos una cantidad suficiente de folato para funcionar correctamente, y no obtener suficiente puede provocar sensación de frío debido a la reducción de la circulación de oxígeno.
3. Vitamina C
La vitamina C, a menudo celebrada por su papel en el fortalecimiento del sistema inmunológico, es un nutriente poderoso con una gran variedad de beneficios para la salud.
Como potente antioxidante, combate los radicales libres en el cuerpo, que pueden dañar las células y provocar enfermedades crónicas.
Además de sus propiedades para mejorar el sistema inmunológico, la vitamina C también es fundamental para la síntesis de colágeno, una proteína que ayuda a mantener la integridad de nuestros vasos sanguíneos, piel, órganos y huesos.
Una ingesta adecuada de vitamina C garantiza el correcto funcionamiento de los vasos sanguíneos, lo que favorece un flujo sanguíneo óptimo y evita la sensación de frío asociada a la mala circulación. Además, la vitamina C ayuda al metabolismo de las grasas, un proceso que genera calor. Su papel en la producción de energía es crucial para mantener la temperatura corporal. Para aquellas personas que no siempre obtienen suficiente vitamina C solo a través de la dieta, incorporar un suplemento puede ser una solución sencilla para asegurarse de que están cubriendo sus necesidades nutricionales.
4. Hierro
El hierro es un mineral fundamental para la vida. Es un componente clave de la hemoglobina, la proteína de los glóbulos rojos que transporta el oxígeno desde los pulmones al resto del cuerpo. Cuando los niveles de hierro son bajos, puede producirse una afección conocida como anemia ferropénica, que provoca una falta de oxígeno en la sangre y produce fatiga y una sensación crónica de frío, sobre todo en las extremidades.
El hierro también participa en el proceso de conversión del azúcar en sangre en energía, y una deficiencia puede ralentizar este proceso metabólico, reduciendo la producción de calor.Los alimentos ricos en hierro incluyen carnes rojas, mariscos, frijoles y cereales fortificados; sin embargo, algunas personas podrían necesitar suplementos para alcanzar los niveles recomendados, en particular las mujeres en edad fértil, las mujeres embarazadas y aquellas con ciertas restricciones dietéticas.
5. Vitamina D
La vitamina D, a la que a menudo se denomina "vitamina del sol", es sintetizada por el cuerpo en respuesta a la luz solar y también se absorbe a partir de ciertos alimentos. Esta vitamina liposoluble es conocida por su papel en el equilibrio del calcio y el fósforo, cruciales para mantener huesos y dientes sanos.
Además de sus beneficios para fortalecer los huesos, los receptores de vitamina D se encuentran en varios tejidos corporales, lo que indica funciones fisiológicas más amplias, incluida la modulación del crecimiento celular y la función inmunológica. La deficiencia de vitamina D se ha relacionado con la debilidad muscular, lo que podría afectar la capacidad del cuerpo para generar calor a través de la actividad muscular.
Los niveles bajos de vitamina D son relativamente comunes en regiones con exposición limitada a la luz solar, lo que hace que la suplementación sea una consideración importante para muchas personas para ayudar a mantener no solo la salud ósea, sino también una temperatura corporal adecuada.